sábado, 30 de abril de 2011

Había una vez dos locos enamorados que cansados de tanto empalago decidieron alejarse un poco para no hacer tan densa la relación. Por eso mismo en vez de verse 7 días a la semana, comenzaron a verse 3, en vez de amarse una vez a la semana, comenzaron a hacerlo una vez al mes. En vez de regalarse bombones, se regalaron caramelos, en vez de escribirse poemas, se dijeron un mísero Te quiero. En vez de besarse en el cuello, se besaron en las mejillas, y en vez de hundirse en un beso lento, rosaron nada más que un poco los labios. En ves de tomarse de las manos, comenzaron a caminar distanciados.
Sin darse cuenta, poco a poco, todo se desgastó comenzaron a discutir sin razón, a sentir celos, a desconfiar uno del otro. Viéndose obligados tomaron la terrible decisión de cada uno seguir su propio camino.
Lo que ellos no entendieron es que el amor no era cuestión del tiempo que pasaran juntos, ni de regalos caros, ni de besos largos. No entendieron que decirse Te quiero significaba que en el corazón no iban a sentir un Te amo. Lo que tampoco comprendieron, es que no debían dejar de hacer lo que los había enamorado, sino que debían aprender a repartir los tiempos y día tras día impresionarse con algo nuevo. De aquella manera, el amor no terminaría y perduraría, si ellos querían, durante toda la vida...



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